Gran Bretaña es el país más desigual después de Estados Unidos, según la OCDE.
El Reino Unido gasta más que cualquier otro país europeo en financiar la desigualdad estructural a favor de los ricos, según ha descubierto la última investigación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Según el informe, Gran Bretaña gasta £106,2 mil millones ($133,8 mil millones) anualmente para subsidiar las desigualdades de ingresos, riqueza y poder en comparación con el país promedio de la OCDE. En comparación con los cinco países más igualitarios, la desigualdad le cuesta al Reino Unido £128,4 mil millones ($161,8 mil millones) al año en daños a la economía, las comunidades y los individuos, reveló el informe Costo de la desigualdad del Equality Trust.
“La desigualdad ha hecho que el Reino Unido sea más insalubre, infeliz e inseguro que nuestros pares más igualitarios”, dijo Priya Sahni-Nicholas, codirectora ejecutiva del fideicomiso. “También está causando un daño enorme a nuestra economía: tenemos vidas laborales saludables más cortas, sistemas educativos más pobres, más criminalidad y sociedades menos felices”.
Según el estudio, el 1% más rico de los británicos constituye el 1% más caro de Europa y paga menos impuestos que los ricos de cualquier gran país europeo. Los investigadores señalaron que la desigualdad es más que sólo economía, sino más bien la cultura que divide y hace imposible la movilidad social.
“El mero accidente de nacer fuera del 1% tendrá un impacto dramático en el resto de tu vida: reducirá tu esperanza de vida, así como tus perspectivas educativas y laborales, y afectará tu salud mental. El coste de los superricos es demasiado alto para el resto de nosotros”, afirmó Sahni-Nicholas.
El Reino Unido era uno de los países ricos más igualitarios en la década de 1970. Hoy es el segundo país más desigual, después de Estados Unidos, señalaron los expertos.
El informe dice que la excesiva dependencia de sistemas financieros que permiten ganancias masivas y acaparamiento de riqueza ha vaciado la infraestructura británica, fomentado enormes disparidades regionales y dejado al país vulnerable a shocks y recesiones.