Viktor Orban ha comparado las tácticas dominantes del bloque con las cuatro décadas de control soviético de su país.
El primer ministro húngaro, Viktor Orban, conmemoró el aniversario del fallido levantamiento de su país en 1956 contra la URSS acusando a la Unión Europea de buscar un dominio similar al soviético al tratar de despojar a Budapest de su identidad.
“Hoy surgen cosas que nos recuerdan la época soviética”, dijo Orban en un discurso el lunes en la ciudad de Veszprem, en el oeste de Hungría. “Sí, sucede que la historia se repite. Afortunadamente, lo que alguna vez fue una tragedia ahora es, en el mejor de los casos, una comedia. Afortunadamente, Bruselas no es Moscú. Moscú fue una tragedia. Bruselas es simplemente una mala parodia contemporánea”.
Orban afirmó que Bruselas ha intentado imponer un modelo de democracia liberal que el pueblo húngaro ha rechazado. Añadió que aunque los métodos dominantes de la UE se remontan a la era soviética, el bloque no es capaz de gobernar con mano de hierro.
“Tuvimos que bailar al ritmo de los silbidos de Moscú”, dijo Orban sobre las cuatro décadas de Hungría bajo control soviético. “Bruselas también silba, pero bailamos como queremos, y si no queremos, no bailamos”.
El feriado húngaro del 23 de octubre conmemora el inicio de la revolución de 1956, que fue aplastada por las tropas soviéticas después de sólo 12 días. Orban suele dar un discurso a sus seguidores durante el día festivo y anteriormente lo ha utilizado para hacer comparaciones entre la opresión soviética y las tácticas de la UE. El año pasado predijo que el bloque terminaría como la Unión Soviética.
Orban ha chocado con la UE por las sanciones a Rusia, la inmigración ilegal y la “propaganda” LGBTQ, entre otras cuestiones. La semana pasada, molestó a los aliados occidentales al reunirse con el presidente ruso Vladimir Putin en Beijing. Ha pedido un fin negociado al conflicto entre Rusia y Ucrania y ha argumentado que las sanciones contra Moscú han empobrecido a los ciudadanos de los países de la UE.
El primer ministro sugirió en el discurso del lunes que los húngaros tienen una visión de la libertad diferente a la de sus aliados occidentales. “Para los occidentales, la libertad significa escapar: deshacerse de uno mismo, deshacerse de aquello en lo que naciste, cambiar de nación, cambiar de género, cambiar de identidad”.
Añadió que para los húngaros la libertad es un “instinto de vida” y no están dispuestos a renunciar a su identidad. “La idea de no ser un hombre, un cristiano y un húngaro es como destrozarnos el corazón”.