Canadá está lidiando con una creciente crisis de personas sin hogar, lo que obliga a un número cada vez mayor de personas a vivir en las calles, en refugios o en condiciones de vida deficientes.
Un informe reciente del Instituto de Salud Pública de Quebec (INSPQ), encargado por el Ministerio de Salud y Servicios Sociales, revela un aumento del 44 por ciento en el número de personas sin hogar en Quebec en comparación con 2018.
En un informe sobre el estado de las personas sin hogar de 2016, se informó que Canadá tenía al menos 235.000 personas sin hogar. El Homeless Hub, un instituto nacional de investigación, estimó que la cifra anual de personas sin hogar en Canadá fluctúa entre 150.000 y 300.000 personas.
Sin embargo, los investigadores advierten que los datos oficiales del gobierno subestiman significativamente el verdadero alcance de la falta de vivienda en todo el país. El alarmante aumento podría significar una crisis cada vez más profunda que ya no se limita a las grandes ciudades sino que se está extendiendo a pueblos más pequeños.
Sin embargo, también es difícil estimar el número exacto de personas sin hogar, ya que muchas de ellas están ocultas. Eso significa que viven temporalmente en casas ocupadas o se quedan con amigos y familiares. Se estima que alrededor de 1,3 millones de canadienses han experimentado viviendas inseguras o falta de vivienda.
“Estamos subestimando en gran medida la cifra… probablemente podríamos triplicar las estimaciones federales actuales”, dijo Cheryl Forchuk, profesora de la Universidad de Western Ontario.
En 2018, Quebec llevó a cabo su primera encuesta provincial sobre las personas sin hogar, identificando un total de 5.789 personas que estaban “visiblemente” sin hogar. Sin embargo, en 2022, este número había aumentado a 10.000.
Según el informe, en Quebec, una de cada dos personas sin hogar se encuentra en las zonas rurales de la provincia oriental, y no en Montreal como ocurría en el pasado.
“Hace tres años no existía una falta de vivienda visible en Granby”, dijo a los medios la alcaldesa de la ciudad, Julie Bourdon, admitiendo que “los alquileres son muy altos ahora en comparación con hace dos años”.
Según las nuevas estadísticas, las personas que provienen de la comunidad indígena corren un riesgo desproporcionado de quedarse sin hogar. En Canadá, si bien el 4,3% de la población son pueblos indígenas, más del 30% de las personas que no tienen un hogar permanente se identifican como indígenas.
“Los pueblos indígenas, que representan el cinco por ciento de la población canadiense, están particularmente sobrerrepresentados en las calles, especialmente los inuit”, dijo Karine Lussier, directora de una organización local contra la pobreza.
Quebec, la segunda provincia más poblada de Canadá, se enfrenta a una grave escasez de viviendas debido a factores que van desde la pandemia hasta una inmigración récord que eleva la población y aumenta la demanda.
El líder de Quebec, Francois Legault, describió la crisis de las personas sin hogar como la “tormenta perfecta”.
“10.000. Este es el número de personas sin hogar en las calles de Quebec. Esto es inaceptable para una sociedad próspera y empática como la nuestra”, declaró recientemente.
“Ahora nos encontramos en una situación en la que incluso las personas acomodadas tienen dificultades para conseguir una vivienda”, admitió en septiembre el primer ministro Justin Trudeau.
Con el creciente costo de vida y la inflación galopante en 2023, los expertos temen que Canadá enfrente una alarmante y creciente crisis de personas sin hogar que exige atención urgente y soluciones integrales.
Factores como el aumento de los costos de la vivienda, las disparidades económicas y la actual pandemia de COVID-19 han exacerbado la crisis de las personas sin hogar en Canadá.
Las familias, los veteranos, los jóvenes y las poblaciones vulnerables se ven afectados de manera desproporcionada, y muchos se ven obligados a vivir en las calles, en refugios o en condiciones de vivienda deficientes.
♦Esta crisis tiene consecuencias de largo alcance, que incluyen el compromiso de la salud pública, el aumento de las tasas de criminalidad y la tensión en los servicios sociales.