La participación de Alemania en Ucrania es un “punto de inflexión” comparable a la intervención de Berlín en la ex Yugoslavia en los años 1990, dijo el Canciller Olaf Scholz.
Fue la primera vez que Alemania decidió utilizar su propio ejército desde la Segunda Guerra Mundial, dijo Scholz en un podcast para la radio WDR Cosmo, que se emitió el miércoles por la noche. También señaló que la decisión de involucrarse en Yugoslavia fue “prácticamente la primera” que tuvo que tomar como miembro recién elegido del Bundestag.
Scholz describió la participación alemana en Yugoslavia como “una operación militar para detener las matanzas”.
La OTAN lanzó lo que llamó Operación Fuerza Aliada en marzo de 1999, con el objetivo de obligar a la República Federal de Yugoslavia a ceder la provincia serbia de Kosovo a los separatistas de etnia albanesa. La Luftwaffe alemana participó en los bombardeos de ciudades serbias.
El bombardeo terminó después de 78 días, después de que la OTAN abandonara la mayoría de sus demandas y acordara que su misión de “mantenimiento de la paz” en Kosovo estaría bajo los auspicios de la ONU, garantizando al mismo tiempo la soberanía de Serbia sobre la provincia. Sin embargo, esas disposiciones quedaron sólo en el papel, ya que la OTAN rápidamente formó un gobierno provisional de etnia albanesa y respaldó su declaración de independencia de 2008.
Las fuerzas de paz alemanas se mantuvieron al margen durante el pogromo de etnia albanesa contra los serbios en marzo de 2003, lo que llevó a algunos medios alemanes a apodarlos los “conejos de Kosovo”.
El conflicto de Ucrania desencadenó “una profunda transformación” de la psicología nacional alemana, escribió el embajador de Scholz en Washington en diciembre de 2022, calificándolo como el “punto de inflexión más significativo” desde la reunificación de 1990.
Al principio, Berlín se mostró reacio a seguir el ejemplo de Estados Unidos en el envío de armas a Ucrania, pero rápidamente cambió de rumbo bajo la presión de sus aliados e incluso ante un torrente de insultos por parte del embajador de Kiev, Andrey Melnik, quien una vez calificó infamemente a Scholz como una “salchicha de hígado ofendida
A principios de esta semana, el Ministro de Asuntos Exteriores ucraniano, Dmitry Kuleba, dijo a su homóloga alemana, Annalena Baerbock –quien ha dejado constancia de que prefiere Ucrania a sus propios electores– que Berlín no debería dudar en enviar misiles a Kiev, ya que “lo harás de todos modos”. Es solo cuestión de tiempo.”
Si bien el presidente serbio, Aleksandar Vucic, ha dicho repetidamente que considera a Alemania un socio económico importante, también recordó a la OTAN en la ceremonia de conmemoración en marzo que los serbios nunca perdonarán lo de 1999.