La institución da continuidad al ciclo de austeridad monetaria más agresivo de su historia para luchar contra la inflación.
— La subida de los carburantes y la caída del euro facilitan otro martillazo del BCE a la economía
El Banco Central Europeo (BCE) ha decidido este jueves subir los tipos de interés otros 0,25 puntos al 4,5%, un máximo de 2001. La institución que preside Christine Lagarde da continuidad al ciclo de austeridad monetaria más agresivo de su historia para luchar contra la inflación pese al riesgo de recesión.
El BCE comenzó a incremntar el precio oficial del dinero en julio, desde el 0%, y suma ya 10 aumentos consecutivos. La estrategia del organismo es precisamente ahogar la economía, asumiento la amenaza de que aumente el desempleo, hasta que la debilidad de la demanda en general favorezca una moderación de las subidas de precios.
La institución considera que la inflación sigue descontrolada, lejos de su objetivo del 2%. El IPC interanual de agosto se quedó por encima del 5% en el conjunto de la eurozona por el encarecimiento de los alimentos y de los carburantes. Y, país por país, solo Bélgica y España la mantuvieron el mes pasado por debajo del 3%.
Por esta razón, el BCE ha decidido no detenerse a calibrar el efecto real de su estrategia y con cuánto retraso podrían llegar las peores consecuencias. Algunas son visibles. Los Estados están pagando más por endeudarse —España, por ejemplo, se está financiando al coste más alto desde 2011—. Las familias sufren el encarecimiento de las hipotecas —por la escalada del euríbor— y del resto del crédito. Y la inversión de las empresas se contrae por la misma razón.
De hecho, la Comisión Europea actualizó sus previsiones de crecimiento económico este lunes y recortó la estimación del conjunto de la eurozona para este 2023 al 0,8% por la contracción de un 0,4% de la actividad en Alemania. Solo se salva España de las expectativas de estancamiento por el tirón del turismo y de las exportaciones del resto de servicios (consultoría, informática…).
Distintos factores han justificado el nuevo martillazo del BCE. Los carburantes han vuelto a subir, los salarios repuntan con fuerza y el euro se deprecia [lo que automáticamente encarece las importaciones en dólares, por ejemplo de petróleo].
Eso sí, la estrategia del BCE ignora que el incremento de los tipos de interés no puede actuar sobre la evolución de los carburantes en los mercados internacionales, ni del resto de mercados energéticos, o que tampoco evitan que las empresas (especialmente bancos, eléctricas y petroleras) estén aprovechando la crisis de inflación para aumentar sus beneficios.