Tres años después de una crisis inmobiliaria de proporciones históricas, China está empezando a mostrar señales tentativas de recuperación.
Pero para la segunda economía más grande del mundo, aclamada durante mucho tiempo como un motor de crecimiento global, el camino a seguir sigue plagado de incertidumbre, ya que las cicatrices de la crisis inmobiliaria continúan pesando mucho sobre el sentimiento, la inversión y el consumo.
El sector inmobiliario sigue siendo la principal debilidad
La causa más arraigada de la debilidad económica de China sigue siendo su sector inmobiliario. Los precios de las viviendas nuevas en 70 grandes ciudades cayeron un 3,2 % interanual en junio de 2025, lo que marca la continuación de la recesión iniciada en 2022.
Aunque el ritmo de caída se moderó ligeramente respecto de la caída del 3,5% registrada en mayo, aún pone de relieve la persistente fragilidad del sector.
“Es difícil concluir que el sector está fuera de peligro”, dijo Helen Qiao, economista jefe para China del Bank of America, en un informe reciente.
Prevemos una caída del 8-10% en las ventas de viviendas nuevas y una contracción del 15-20% en los nuevos inicios de construcción residencial este año, similar al ritmo observado en 2023-24. El ciclo descendente continúa siendo prolongado.
Agregó: “Si observamos la duración y profundidad del ciclo actual, el ciclo descendente es ciertamente el más severo desde la comercialización del mercado inmobiliario chino a fines de la década de 1990”.
La divergencia económica entre China y Estados Unidos se amplía
La crisis inmobiliaria china ha desencadenado un impulso deflacionario en toda la economía, y los precios al consumidor han disminuido en términos interanuales durante gran parte de los últimos tres años.
El PIB real de China se ha estabilizado alrededor del 5% anual, muy por debajo del promedio cercano al 7% registrado en los cinco años anteriores a la pandemia.
La brecha con respecto a la economía estadounidense ha crecido significativamente desde la pandemia.
El PIB nominal de China aumentó de 18,2 billones de dólares en 2021 a 18,7 billones de dólares a fines de 2024. En el mismo período, la economía estadounidense aumentó de 23,7 billones de dólares a 29,2 billones de dólares.
El desempeño del mercado de valores refleja esta divergencia
A mediados de agosto de 2025, el Índice Compuesto de Shanghái cotizaba al mismo nivel que a finales de 2021, tras haber sufrido una caída cercana al 30 % en el ínterin. En cambio, el S&P 500 ha subido un 40 % durante el mismo período, impulsado por la fuerte demanda de los consumidores y el dominio de la inteligencia artificial y la innovación tecnológica.
La capitalización de mercado de las siete empresas más grandes de China asciende a 2,4 billones de dólares, muy por detrás de la valoración de 19,5 billones de dólares de las siete principales empresas estadounidenses.
Los riesgos comerciales y las tensiones geopolíticas persisten
Si bien se ha evitado temporalmente una guerra comercial total tras una doble suspensión de 90 días de aranceles adicionales por parte de Estados Unidos, el ambiente sigue siendo tenso.
“Vemos riesgos al alza en el actual arancel recíproco del 10% con China”, afirmó Qiao.
“Tengan en cuenta que China se enfrenta actualmente a alrededor del 40% de los aranceles efectivos”. Desglosó la composición: “11% de la tasa preexistente del primer mandato de Trump, 20% de aranceles al fentanilo y 10% de aranceles recíprocos”.
Sigue siendo posible una reducción parcial de los aranceles relacionados con el fentanilo, lo que podría reducir la tasa efectiva al 30-35%, una reducción de 5 a 10 puntos porcentuales con respecto a los niveles actuales.
Sin embargo, la incertidumbre sigue siendo alta. «Cualquier percepción de que una de las partes no cumpla plenamente su promesa podría desencadenar una nueva escalada de tensiones», advirtió Qiao. También señaló las posibles sanciones derivadas de las continuas importaciones de crudo de China desde Rusia.
El miércoles, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, dijo en una entrevista que durante la más reciente cumbre del G7 en Canadá, los líderes discutieron la posibilidad de imponer aranceles del 200% a China por sus continuas compras de petróleo crudo ruso, aunque la propuesta no recibió el apoyo de sus homólogos europeos.
Pekín está lanzando dinero a los consumidores: ¿Funcionará?
En respuesta a la vacilante demanda interna, las autoridades chinas lanzaron en agosto de 2025 dos programas de subsidios de intereses destinados a estimular el consumo de los hogares y apoyar a las empresas del sector de servicios.
Estas medidas incluyen un subsidio fiscal de 1 punto porcentual para préstamos al consumo obtenidos entre septiembre de 2025 y agosto de 2026, y subsidios específicos para empresas en ocho industrias de servicios.
Qiao, del Bank of America, calificó la iniciativa como de gran alcance: “Es la primera vez que el gobierno central ofrece subsidios de interés para préstamos de consumo personal”.
Sin embargo, expresó reservas sobre su impacto potencial: “Es poco probable que el subsidio del 1% a través de los costos de endeudamiento haga una diferencia significativa en las decisiones de compra de quienes necesitan endeudarse para gastar”
Un largo camino hacia la recuperación
Si bien los esfuerzos de Pekín por estabilizar la economía son cada vez más específicos, los desafíos son tanto estructurales como cíclicos. El sentimiento sigue siendo frágil y los analistas se muestran reacios a declarar un punto de inflexión.
“Creemos que esta última política crediticia podría ayudar a respaldar la recuperación de la demanda de crédito de los hogares desde los bajos niveles actuales”, afirmó Qiao.
Dicho esto, la magnitud del impacto aún es cuestionable.
Por ahora, la recuperación económica de China sigue siendo tentativa, atrapada entre fundamentos inmobiliarios débiles, consumidores cautelosos y un entorno geopolítico incierto.