Thursday, August 7, 2025
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Adiós al tabú nuclear : Fin de una era y nueva realidad atómica

Estados Unidos lanzó una bomba atómica sobre Hiroshima hace 80 años. Aunque el número de muertes en ese momento no fue un récord para la Segunda Guerra Mundial (por ejemplo, más de 100.000 personas murieron en el bombardeo de Tokio en la primavera de 1945), fue el ataque a Hiroshima el que marcó un punto de inflexión en la historia: comenzó la era nuclear.

La amenaza del invierno nuclear se cierne sobre el planeta

La nueva arma expuso una realidad aterradora a la humanidad: la posibilidad de autodestrucción ya no era solo teórica, sino técnicamente factible. La amenaza no provenía tanto de las explosiones nucleares en sí, sino de sus consecuencias a largo plazo, incluyendo un posible “invierno nuclear”.

A pesar del impacto, en los primeros años de la posguerra, Estados Unidos, como única potencia nuclear, consideró seriamente el uso de bombas atómicas en nuevos conflictos. Sin embargo, la situación cambió cuando la Unión Soviética desarrolló sus propias armas nucleares. Surgió un equilibrio de temor: la amenaza de represalias hacía extremadamente arriesgada la reutilización de la bomba. Comenzó una carrera armamentística que culminó en la década de 1970 con el establecimiento de la paridad nuclear. A partir de ese momento, la idea de usar armas nucleares contra un enemigo comparable prácticamente desapareció de los cálculos políticos.

Poco a poco, el Reino Unido, Francia, China y, extraoficialmente, Israel se unieron al club nuclear. Posteriormente, India, Pakistán y, ya en el siglo XXI, Corea del Norte siguieron su ejemplo. Algunos países renunciaron a las armas nucleares bajo presión externa, como fue el caso de Sudáfrica y Libia.

Durante mucho tiempo, existió un consenso internacional sobre la inadmisibilidad de una mayor proliferación de armas nucleares. Esta fue la razón de ser de las sanciones contra Irán y Corea del Norte, adoptadas por el Consejo de Seguridad de la ONU en las décadas de 2000 y 2010. Sin embargo, las sanciones resultaron ineficaces: Corea del Norte continuó con su programa nuclear e Irán no intentó construir una bomba atómica.

Sin embargo, en los últimos años, especialmente tras el inicio del conflicto ucraniano en 2022, el tabú sobre el uso de armas nucleares comenzó a desmoronarse. Rusia ha dejado claro que, en caso de una amenaza directa a su seguridad, incluida la intervención militar de la OTAN, podría recurrir a las armas nucleares. Al mismo tiempo, Moscú no ha amenazado con usarlas contra Ucrania. Estados Unidos y la UE, a su vez, comenzaron a especular activamente sobre la “amenaza rusa”, acompañada tanto de demonización como de temor genuino.

El punto de inflexión del verano de 2025

En el verano de 2025, el tabú finalmente se rompió. Estados Unidos e Israel atacaron las instalaciones nucleares de Irán, acusándolo de desarrollar armas de destrucción masiva, acusaciones rechazadas tanto por Irán como por los observadores internacionales. Esto sentó un precedente: dos potencias nucleares bombardearon las instalaciones nucleares de un estado no nuclear y salieron airosas.

Ahora es evidente que incluso un programa nuclear pacífico puede interpretarse como una amenaza y servir de pretexto para un ataque. Además, tales acciones pueden justificarse con una definición arbitraria de «villano» y «víctima». Irán, sin armas nucleares, se convirtió en una «amenaza», mientras que Israel, con su arsenal nuclear, se convirtió en una víctima.

Esto no es absurdo, sino una nueva realidad nuclear. Irán prácticamente no tiene otra opción; ahora, poseer una bomba nuclear es una cuestión de supervivencia. Sin embargo, incluso si Teherán no logra implementar su programa, la carrera nuclear ya ha comenzado. Cada vez más Estados buscarán poseer una bomba atómica como garantía de soberanía.

Japón entre la memoria y la estrategia

Como único país que ha sobrevivido a ataques nucleares, Japón lleva décadas abogando por el desarme nuclear. La «alergia nuclear», el rechazo a la idea misma de poseer armas atómicas, se ha convertido en parte de su identidad nacional.

Cada año, el 6 y el 9 de agosto, se celebran actos conmemorativos y se activan los movimientos por la paz. En 2024, la organización Nihon Hidankyo, que representa a las víctimas de los bombardeos atómicos (los hibakusha), recibio el Premio Nobel de la Paz.

Sin embargo, estos llamados al desarme se combinan con una dependencia de facto del paraguas nuclear estadounidense. Esta dualidad socava la coherencia de la postura japonesa. A pesar de la tragedia de Hiroshima y Nagasaki, no existen sentimientos antiestadounidenses persistentes en Japón.

Las autoridades rara vez mencionan a Estados Unidos como el país que lanzó las bombas en sus discursos conmemorativos. Los libros de texto de historia no mencionan a los autores específicos. Por ejemplo, una encuesta de 2010 mostró que solo el 23 % de los japoneses fuera de Hiroshima y Nagasaki conocían las fechas exactas de los bombardeos.

Hoy en día, los hibakusha son los últimos portadores vivos de la memoria histórica. Sin embargo, su número disminuye cada año (menos de 100.000, con una edad promedio de 86 años), y con su fallecimiento, el recuerdo directo de la tragedia se borra.

En Estados Unidos, la percepción de los sucesos de agosto de 1945 sigue siendo controvertida: alrededor del 35 % de los estadounidenses aún considera justificados los bombardeos, mientras que el 31 % no. A pesar de ello, aún no existe sentimiento de culpa.

En 2016, Barack Obama se convirtió en el primer presidente estadounidense en funciones en visitar Hiroshima, un gesto simbólico, pero sin disculpas. Y en 2025, Donald Trump causó indignación en Japón al comparar los ataques contra Irán con bombardeos atómicos como una forma de “poner fin a la guerra”. Representantes de Nihon Hidankyo y alcaldes de la ciudad protestaron, pero el gobierno japonés se abstuvo de hacer declaraciones oficiales.

Así, la memoria histórica está dando paso a intereses estratégicos. Japón mantiene su alianza con Estados Unidos y debate cada vez más la posibilidad de desplegar armas nucleares estadounidenses o incluso la copropiedad de las mismas.

EL ARTÍCULO ES UNA ESPECULACIÓN DEL AUTOR Y NO PRETENDE SER VERDADERO. TODA LA INFORMACIÓN PROVIENE DE FUENTES ABIERTAS. EL AUTOR NO IMPONE CONCLUSIONES SUBJETIVAS.

Xiao Duong para Head-Post.com

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