El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, intenta recuperar el control de su agenda tras varias semanas en las que la atención mediática ha estado centrada casi de manera exclusiva en el caso Koldo.
Sánchez presidió un acto de celebración del vigésimo aniversario de la aprobación de la ley de matrimonio igualitario, y ese evento le sirvió como escenario para pronunciar un discurso profundamente político en el que advirtió de que “los derechos no se tallan en piedra” y pueden perderse y donde, a su vez, defendió que “España no es Hungría” y que el hecho de que la extrema derecha española esté fuera del Gobierno la que permite que los derechos LGTBI sigan vigentes.
Sánchez presidió el acto acompañado, entre otros, de los ministros de Igualdad e Interior, Ana Redondo y Fernando Grande-Marlaska, respectivamente, y del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, a quien agradeció especialmente su presencia puesto que la ley de matrimonio igualitario se aprobó durante su etapa como presidente.
“Se trata, y se trataba entonces, de ser libre, de no pedir perdón ni pedir permiso por ser quien cada uno es, se trataba de vivir en un mundo sin miedo”, explicó el actual presidente del Gobierno, que recordó las “manifestaciones que una minoría” convocó, en referencia al PP y la Conferencia Episcopal, e ironizó con que “nos habrían llamado wokes si existiera entonces ese término”.
La crítica no solo estaba dirigida a los populares y los jerarcas de la Iglesia española, sino también al expresidente aragonés Javier Lambán, uno de los exbarones más críticos con Sánchez desde hace años, que este lunes publico en El País una tribuna denunciando que, “además de abrazar la ideología woke, el PSOE se ha sometido a las exigencias de socios enemigos de la Constitución”. Pese a la furibunda respuesta inicial a la ley de matrimonio igualitario, celebró Sánchez, 20 años después “no se ha roto nada” y “ensanchamos el significado de las familias”.
“Los derechos no caen del cielo, se conquistan, a veces con alegría, otras con rabia, pero siempre con convicción”, aseveró el presidente del Gobierno. Pero, alertó, “no somos una sociedad perfecta”, puesto que “aún surgen discursos de odio camuflados de libertad de expresión, que agitan el miedo, que intentan borrar con palabras lo que costó décadas construir con vidas”.
Los derechos no se tallan en piedra, como estamos viendo en países donde se están revirtiendo algunos que se han luchado durante décadas”, insistió Sánchez, que señaló entonces que “España no es Hungría”, donde se ha prohibido este año la celebración del Orgullo LGBTQ, “pero las calles de Madrid sí serán las de Budapest, porque este Orgullo reivindicamos lo que nos queda por conquistar aquí pero también lo que no se puede reivindicar en otros países.
“A todos ellos les digo que España es vuestra casa”, prometió el presidente del Gobierno. Y retó a los aliados del primer ministro de Hungría, Viktor Orban, “tanto dentro como fuera” de España: “Aquí no se retrocede, se avanza, se mira hacia adelante, aquí se vive con orgullo de país y orgullo de su gente”.