Monday, June 9, 2025
HomeNoticiasImportantes opinion noticiasLa inestabilidad política se apodera de la Unión Europea con las excepciones...

La inestabilidad política se apodera de la Unión Europea con las excepciones de Meloni de Italia y el “eterno” Orbán de Hungría

Europa necesita estabilidad pero los gobiernos nacionales van en sentido contrario a la vista de los últimos acontecimientos.

Los resultados en Rumanía, Polonia, Alemania o Portugal, además de la debilidad de Emmanuel Macron en Francia o las turbulencias para Sánchez en España anticipan unos años de pocos acuerdos, ejecutivos endebles, mensajes cruzados, pocos pactos amplios y una mirada europea que si bien está presente en las campañas electorales a veces parece ir contra corriente de lo que se pide desde Bruselas: certidumbre. En ese mar que no está ni mucho menos en calma hay pocas excepciones que se salvan.

La tranquilidad sí parece haber llegado a Italia, al menos en apariencia, de la mano de Giorgia Meloni. En coalición (no molesta) con Forza Italia y la Lega de Matteo Salvini, su Gobierno ha dado la vuelta a la realidad histórica: Italia era el paradigma de inestabilidad, y ahora parece erigirse como lo contrario. Y está pudiendo sacar adelante medidas importantes.

En el poder desde octubre de 2022, ha implementado una serie de medidas que reflejan su enfoque conservador y nacionalista. En materia migratoria, ha promovido acuerdos con países africanos como Túnez, Libia y Albania para externalizar el control de fronteras y establecer centros de acogida fuera del territorio italiano, aunque su fórmula no está saliendo bien y la justicia ha paralizado esta dinámica.

En el ámbito económico, su gobierno ha introducido incentivos fiscales para empresas que reinviertan beneficios y contraten personal, así como un bono natalidad para familias con ingresos bajos.

Además, ha impulsado una nueva Ley de Seguridad que endurece las sanciones por ocupación ilegal y desobediencia civil, generando críticas por parte de la oposición que la considera represiva .

Estas políticas han consolidado su posición en la política italiana, aunque también han suscitado debates sobre derechos civiles y libertades. Y hacia fuera se ha vuelto pragmática en el marco de la UE, precisamente liderando el tema migratorio, y se ha convertido en la mediadora entre las tensiones de Bruselas con la Administración Trump.

Pasa un poco lo mismo con la Hungría de Viktor Orbán. Da imagen de estabilidad a su manera, a la vista de los acontecimientos. Es ‘eterno’. Lleva en el poder desde hace 15 años y es el gran caballo de Troya para la Unión Europea. Su mayoría absoluta le asegura por ejemplo poder prohibir la celebración del desfile del Orgullo LGTBIQ, bajo el argumento de proteger a los menores de edad.

La norma no permite “las reuniones que promuevan o exhiban el cambio de sexo de nacimiento o la homosexualidad”. Al mismo tiempo, recientemente Hungría ha abandonado el Tribunal Penal Internacional. Esa ‘mano de hierro’ en Budapest viene permitida por resultados electorales rotundos en los últimos años.

Los problemas aparecen viendo los pasos recientes por las urnas: en Rumanía la victoria del europeísta Nicusor Dan en las presidenciales es solo un elemento superficial si se tiene en cuenta la división total en la sociedad, con la extrema derecha como segunda fuerza.

Lo mismo pasa en Polonia: allí el primer ministro Donald Tusk ha convocado una moción de confianza después del triunfo de la derecha radical, con Karol Nawrocki, en las presidenciales.

La cohabitación entre conservadores y nacionalistas puede ser una china en el zapato para Varsovia, igual que en Alemania, donde AfD será la principal fuerza de oposición frente a la gran coalición entre la derecha tradicional y los socialdemócratas que lidera Friedrich Merz. Esa oposición desde la ultraderecha la hará también Chega en Portugal, segunda fuerza en las pasadas elecciones frente a un Gobierno de Luis Montenegro que vuelve a nacer débil.

El caso español es peculiar: Pedro Sánchez es el último bastión de la socialdemocracia europea, pero también en una fase de muchos problemas y alta incertidumbre. En realidad, no está pudiendo gobernar. El caso Ábalos, las sospechas sobre la UCO, la dependencia de Junts como se mostró con las prisas para que las lenguas cooficiales sean oficiales en la UE-,la falta de Presupuestos Generales del Estado, los choques con el PP y el no resolver situaciones como la crisis de la vivienda hacen que el país navegue en un punto complicado, con la oposición pidiendo elecciones y el Gobierno rodeado de sospechas de corrupción.

Tampoco se salva de esta ‘quema’ un Emmanuel Macron que parece que solo está esperando a que lleguen las nuevas presidenciales, a las que ya no se podrá presentar, y para las que la ultraderecha de Marine Le Pen lidera las encuestas pese a su reciente inhabilitación por un caso de desvío de capitales.

Los países nórdicos también se salvan de las arenas movedizas. La fragmentación política ha aumentado en los últimos años con la irrupción de partidos populistas o antiinmigración, especialmente en Suecia y Finlandia, donde la ultraderecha es socia preferente en ambos ejecutivos, pero en general los gobiernos mantienen una gobernabilidad efectiva a través de coaliciones amplias y compromisos bastante transversales, como el que se da en Dinamarca bajo la dirección de Mette Frederiksen -socialdemócrata-, junto a los moderados y al partido liberal.

Europa en general navega tiempos complicados, sorprendentes, convulsos. Los más exigentes de su historia reciente. Y en ese panorama Bruselas reclama una estabilidad que no llega desde los Estados miembros: elecciones anticipadas, acuerdos endebles, gobiernos que no carburan o cohabitaciones muy complicadas son algunos de los detalles que se dan; unas arenas movedizas en las que solo Meloni, Orbán y en menor medida los nórdicos parecen aguantar con las piernas bien erguidas.

RELATED ARTICLES

Most Popular