Los audios en los que la exmilitante socialista Leire Díaz pedía a empresarios investigados por la justicia información comprometedora contra altos cargos de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil han dejado tocado al Gobierno.
Desde que se publicó la noticia, el pasado 26 de mayo, el Ejecutivo ha tenido muchas dificultades para retomar el control de la agenda, incluso cuando ha dado buenas noticias, como la bajada del dato de paro por debajo de los 2,5 millones de personas por primera vez en 17 años. De hecho, durante los últimos diez días la agenda de los ministros del PSOE ha sido muy escueta, y la Moncloa se ha visto obligada a establecer una estrategia para responder al escándalo de Díez, que pasa por acusar al PP de entablar una “guerra sucia”.
Buena muestra de que el Gobierno se está viendo cercado por los casos de corrupción que se le achacan es que el presidente Pedro Sánchez lleva sin responder a preguntas de los periodistas desde que fueron publicados los audios de Leire Díez.
Y no ha sido por falta de oportunidades: la última la tuvo el viernes pasado, en la Conferencia de Presidentes, cuando se limitó a ofrecer unas breves palabras en una declaración sin preguntas, pero antes Sánchez ya había celebrado varios actos y recepciones oficiales en los que evitó someterse a las cuestiones de la prensa.
El presidente ha preferido dejar que sean sus ministros quienes hagan declaraciones sobre Leire Díez y sus maniobras para intentar obtener información sobre mandos de la UCO, aunque lo cierto es que tampoco se han prodigado demasiado.
El miércoles, cuando Díez celebró la caótica rueda de prensa en la que desvinculó al PSOE de sus actividades y que acabó con la irrupción por sorpresa del comisionista imputado Víctor de Aldama, el encargado de referirse al asunto fue el titular de Transformación Digital, Óscar López, que acusó al PP de mantener las mismas prácticas que en el caso Kitchen y aseguró que la diferencia estriba en que “antes lo hacían desde el Gobierno con los medios del Estado y ahora supongo que lo financian con los medios de la Comunidad de Madrid”.
En esa misma línea, el jueves fue la ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez, quien acusó al PP de haber “guionizado” el “esperpento” de la rueda de prensa de Leire Díez y quien recordó que el expresidente José María Aznar dijo, hace año y medio, que “todo el mundo que pueda, que haga”, algo que a juicio del PSOE fue el pistoletazo de salida de una conspiración en contra del Gobierno. “No hace falta ni que se comuniquen, claramente se ve sonar la orquesta”, deslizó Rodríguez, mientras Ferraz denunció que el líder del PP está “desesperado por llegar a la Moncloa” y para ello “aplaude el matonismo de Aldama”.
La estrategia de la Moncloa de intentar dejar a Sánchez al margen de la polémica, no obstante, tiene las patas cortas. De hecho, el Ejecutivo está ya resignado a que el presidente tenga que acudir al Congreso a rendir cuentas de las revelaciones sobre Leire Díez, puesto que socios como ERC y Podemos se han unido al PP, Vox y Junts para solicitar la comparecencia de Sánchez y tienen votos de sobra para forzarla.
El PSOE, no obstante, tiene en su mano retrasarla: la tramitación de las iniciativas llevará unas semanas, y la repleta agenda de Sánchez (que la última semana de junio tiene que participar en la cumbre de la OTAN y en el Consejo Europeo) impedirá que el presidente vaya a la Cámara Baja antes de julio
Sin embargo, aunque el presidente haya conseguido hasta ahora esquivar a los medios, la sucesión de polémicas está devorando la capacidad del Gobierno de vender su agenda social. Los buenos datos de paro fueron opacados el pasado martes en el Consejo de Ministros por las preguntas sobre los casos de supuesta corrupción, y lo mismo ha ocurrido con medidas como las ayudas directas de 100 euros para la compra de gafas y lentillas a menores de 16 años o la propuesta a las comunidades autónomas de triplicar el presupuesto para vivienda pública en los próximos cuatro años.
Grietas en la relación con Sumar
Por si fuera poco, la polémica de Leire Díez está comenzando a erosionar la hasta ahora plácida relación que mantenía el PSOE con Sumar dentro del Consejo de Ministros. La formación liderada por Yolanda Díaz optó en un primer momento por esquivar el asunto y evitar las críticas a su socio de Gobierno, pero en los últimos días se ha visto forzada a endurecer el tono contra los socialistas y a demandar explicaciones, especialmente después del “esperpento” y el “vodevil” que, en palabras de la propia Díaz, se vivió en la rueda de prensa del miércoles con la aparición de Aldama.
“La corrupción, las cloacas, son incompatibles con la democracia, hay mucho ruido, fango, y poca aclaración”, criticó el jueves la vicepresidenta Yolanda Díaz, que pidió al PSOE “aclarar lo que está pasando” y “tomárselo en serio”.
“Yo me estoy enterando por los medios, como toda España, por eso pido transparencia: si lo que conocemos de Leire Díez es verdad, que yo no lo sé, los hechos serían muy graves, y hay que dar explicaciones”, insistió.