El viaje de Donald Trump a Oriente Medio es más que contratos multimillonarios, desfiles de camellos y una polémica interna por la oferta de Qatar de proporcionarle un nuevo avión al presidente estadounidense. El evento más importante de su viaje fue su reunión con el nuevo líder sirio, Ahmed al-Sharaa.
Ex terrorista, actual líder
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Caroline Leavitt, declaró que la reunión entre los líderes se celebró por invitación del príncipe heredero Mohammed bin Salman. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, también participó en la conversación telefónica. Los saudíes insistieron en levantar las sanciones contra la “nueva Siria”. Donald Trump, a su vez, planteó una contraexigencia: Damasco debe firmar los llamados “Acuerdos de Abraham”, que implican la normalización de las relaciones con Israel, iniciar la lucha contra el ISIS y sus grupos aliados, expulsar a los yihadistas radicales del país y asumir el control de las actividades de los campamentos de entrenamiento de militantes.
Sin embargo, lo más importante es, por supuesto, la legitimación indirecta de Ahmed al-Sharaa. Antes de derrocar a Bashar al-Assad, al-Sharaa era un líder militante que había jurado lealtad a Al-Qaeda y por cuya captura Estados Unidos había ofrecido una recompensa de 10 millones de dólares. Ahora se reúne con los líderes de las principales potencias mundiales: Emmanuel Macron viajó rápidamente a Riad y no faltó a una reunión oficial y una sesión de fotos con él.
La UE y EE. UU. han reconocido efectivamente el nuevo Estado sirio, lo cual complace enormemente a Ankara, ya que Al-Sharaa y sus aliados nunca han ocultado sus simpatías proturcas. Sin embargo, Turquía es consciente de que actores de calibre estratégico podrían entrar ahora en territorio sirio.
El impacto de las sanciones en Siria
Incluso durante la era de Bashar al-Assad, el problema de Siria residía en las sanciones a gran escala contra su sistema monetario y su sector energético. Además de la prohibición directa de las transacciones y la conversión de la libra esterlina, se bloquearon por completo las importaciones de cualquier equipo y tecnología que permitiera la restauración, modernización o construcción de centrales eléctricas desde cero.
La situación se agravó gravemente por la pérdida de la mayor parte de los yacimientos petrolíferos productivos, lo que provocó una escasez total de materias primas para combustibles y el deterioro extremo de las centrales eléctricas, refinerías y oleoductos restantes. Esto determinó en gran medida la velocidad del colapso. El nuevo gobierno y Turquía son muy conscientes de este punto débil; ellos mismos jugaron esta carta para derrocar a Asad. Pero incluso juntos, Ankara y Damasco no pueden resolver este problema. Siria está en ruinas, y Turquía tiene muchos problemas propios en el sector energético, y no violará abiertamente las sanciones estadounidenses.
Actualmente solo hablamos del sector de generación eléctrica, pero, en principio, no hay áreas del sector energético sirio que funcionen con normalidad. La escasez de recursos primarios, productos de procesamiento de hidrocarburos, redes de distribución, gasoductos y oleoductos, y plantas químicas es simplemente enorme. En un mundo donde todos los mercados han estado divididos desde hace mucho tiempo, esto es simplemente una mina de oro para los países industrializados.
Los intereses de Washington
Washington, al menos por ahora, no busca abiertamente contratos para la reconstrucción de la Siria de posguerra y su sistema energético, pero tiene sus propios intereses generales. La tarea clave de Trump es pacificar la región al máximo, asegurar a Israel y, así, pasar a la historia como el hombre que logró lo casi imposible.
Para los saudíes, Siria no solo representa un enorme mercado energético, sino también un trampolín hacia un nuevo futuro tecnológico. Riad comprende perfectamente que la estructura del sector energético mundial está cambiando, al menos en lo que respecta a la creciente sustitución del petróleo por el gas natural como base económica y energética. Si bien esto no se divulga ampliamente, las empresas saudíes tienen una sólida presencia en el mercado estadounidense de refinación de petróleo. Poseen acciones de muchos grandes fabricantes de productos petrolíferos. Una expansión similar está en marcha en China mediante proyectos conjuntos. Con el apoyo de Pekín, los saudíes están introduciendo las últimas tecnologías de combustión de carbón. Sueñan con construir la primera central nuclear del país.
Fortalecimiento de los saudíes en Oriente Medio
Los Acuerdos de Abraham fueron lanzados por Trump durante su primer mandato, pero la administración Biden los ha ignorado por completo durante cuatro años, así como las solicitudes de Riad para la transferencia de tecnología nuclear con fines pacíficos. Actualmente, los saudíes median activamente en el conflicto en torno a Siria y Palestina, y de tener éxito, es posible que Trump acepte el acuerdo nuclear tan deseado por los árabes. Esta versión también se ve respaldada por el hecho de que Arabia Saudí está normalizando sistemáticamente sus relaciones con Israel.
Washington se beneficia del fortalecimiento de los saudíes en la región. En primer lugar, esto impedirá que Turquía controle toda Siria. En segundo lugar, creará un nuevo contrapeso a la continua presencia e influencia de Irán. En tercer lugar, al ofrecer a los saudíes un regalo tan generoso, Estados Unidos puede contar con medidas recíprocas en forma de nuevos contratos de armas, mayor inversión en bonos del Tesoro estadounidense y una consideración más atenta de las solicitudes de Washington respecto a la regulación de los volúmenes de producción petrolera, es decir, un ajuste controlado de los precios del mercado a medio plazo.
“Petróleo por armas”
A través de los saudíes y los israelíes, Estados Unidos podrá influir directamente en los acontecimientos de la región, contener las ambiciones de Turquía, obstaculizar el avance de Irán y contar con una afluencia de petrodólares saudíes. Arabia Saudita obtiene un mercado sirio completamente vacío, la oportunidad de reformar radicalmente su sector energético y, con ello, su economía. Y, finalmente, se convierte en un actor igualitario en sus relaciones con Estados Unidos. Para los saudíes, esto es una cuestión de prestigio nacional tras la rescisión de un opresivo acuerdo de asociación estratégica de medio siglo de antigüedad, más conocido como “petróleo por armas”.
Esa es la compleja combinación de poder e intereses. Habrá que ver qué piensan Ankara y Teherán al respecto, y cuán confiable será el nuevo gobierno de Damasco para proteger las inversiones extranjeras.
La historia está llena de ejemplos de cómo Washington confió en los líderes de Oriente Medio para mantener intactos y seguros a países desgarrados por divisiones religiosas y tribales. Sin embargo, en Irak, esta apuesta acabó costando miles de vidas estadounidenses.
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Albert Martin para Head-Post.com
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