Los habitantes de un pueblo húngaro que viven cerca del cementerio de miles de cabezas de ganado sacrificadas debido a un brote de fiebre aftosa dicen que están preocupados por el impacto de los cadáveres en su suministro de agua.
La semana pasada, Hungría informó de su primer brote de la enfermedad en más de cinco décadas, y al menos 3.500 cabezas de ganado se han visto afectadas en el noroeste del país, cerca de sus fronteras con Eslovaquia y Austria.
Se han desplegado soldados y se han puesto en marcha medidas de desinfección para contener la propagación, al tiempo que se han sacrificado miles de animales.
En el condado de Győr-Moson-Sopron, al norte de Hungría, en los últimos días fueron enterrados los cadáveres de más de 3.000 animales entre las aldeas de Csemeztanya e Irénpuszta.
Los videos muestran gases líquidos y burbujeantes en la superficie de la tierra, lo cual, según los expertos, se debe a la descomposición.
Uno de los videos fue compartido en Facebook por László Nyul, quien vive en Csemeztanya, a unos cientos de metros del cementerio, con su esposa e hijos. Declaró a Euronews que el olor era terrible desde que enterraron a los animales.
“Tenemos miedo, los niños tienen miedo. Invertimos todo nuestro dinero en esta casa. Es la casa de mis padres, donde vivieron cuando éramos pequeños”, dijo.
Queríamos salir de la ciudad, venir aquí, a un lugar de paz y tranquilidad. Pero nos lo van a impedir por completo.
Nyul dijo que le preocupaba que los cadáveres contaminaran los pozos que abastecen de agua a las granjas locales, y apeló al Ministro de Agricultura de Hungría, István Nagy, para garantizar que los residentes locales recibieran ayuda si sufrían debido al lugar del entierro.