El Gobierno laborista británico anunciará el martes planes para recortar el gasto destinado a apoyar a personas con discapacidades y problemas de salud a largo plazo, buscando contener el aumento drástico del gasto en bienestar social pese al malestar entre algunos legisladores del partido.
Los recortes son un preludio a una declaración fiscal del 26 de marzo, que será el momento en que las promesas preelectorales de limitar los aumentos de impuestos y controlar estrictamente el endeudamiento se enfrentarán a la realidad de un crecimiento y unos ingresos fiscales inferiores a los esperados.
Los ministros están utilizando todas las palancas a su alcance para impulsar el crecimiento y reducir el gasto, tratando de seguir el camino para cumplir con una restricción fiscal autoimpuesta de equilibrar el gasto público diario con los ingresos fiscales para el final de la década.
Se espera que el presupuesto de bienestar, que ya excede el presupuesto de defensa del país y se estima que alcanzará los 100.000 millones de libras (129.000 millones de dólares) en 2030, soporte una parte significativa de esos recortes.
“No creo que nadie crea que el sistema actual esté funcionando”, dijo el lunes a Reuters la ministra de Finanzas, Rachel Reeves.
“No funciona para quienes reciben prestaciones sociales, quienes a menudo se ven atrapados en ellas en lugar de recibir el apoyo que necesitan para volver a trabajar… y, al mismo tiempo, no funciona para los contribuyentes”.
Está previsto que los cambios se anuncien en el Parlamento más tarde durante el día.
Los informes de los medios de comunicación que indican dónde podrían recaer los recortes de 6.000 millones de libras (7.790 millones de dólares) han suscitado preocupación entre algunos miembros del Partido Laborista, que fue elegido por una mayoría aplastante el año pasado con un manifiesto que prometía una década de renovación.
El año pasado, la decisión de recortar los pagos de combustible de invierno para algunos británicos en edad de jubilación provocó una amarga disputa interna en el partido.
El gobierno del primer ministro Keir Starmer ha rechazado cualquier sugerencia de que esté repitiendo una campaña de austeridad supervisada por un gobierno liderado por los conservadores después de la crisis financiera mundial, a la que el Partido Laborista atribuye muchos de los problemas económicos a largo plazo de Gran Bretaña.