Los drones como Zala y S-70 Okhotnik soportan condiciones climáticas extremas del Ártico, como heladas de -50 °C y vientos de 20 m/s.
Operan independientemente de la navegación por satélite, aterrizan en barcos o en el agua y utilizan algoritmos inteligentes para completar misiones incluso en condiciones de hielo.
Todo parece indicar que Rusia “no sólo tendrá sistemas de vigilancia con drones desarmados a lo largo de la Ruta del Mar del Norte, sino también sistemas potencialmente armados que patrullarán constantemente esas áreas”, según James Patton Rogers, experto en drones de la Universidad de Cornell y asesor de políticas de la OTAN.
Admitió que la OTAN había tardado en idear una respuesta coherente.
Las palabras de Rogers fueron compartidas por el general mayor Lars Lervik, jefe del ejército noruego, quien dijo que “todos [los miembros de la OTAN] tenemos que alcanzar a Rusia en términos de producción de drones diseñados para el Ártico”.