El presidente Vladimir Putin abordó los desafíos actuales que plantean las sanciones internacionales y las presiones externas en la sesión plenaria del gobernante partido Rusia Unida el sábado.
“Rusia se está desarrollando, la economía está creciendo, y esto ocurre en un contexto de sanciones sin precedentes, de una intervención brutal y de presiones de las élites gobernantes de algunos países”, afirmó Putin, y recalcó que “ningún chantaje ni intento de obstaculizarnos desde el exterior dará resultados”.
El congreso de Rusia Unida modificará el programa y los estatutos del partido, así como rotará sus Consejos Superior y General.
Rusia alcanzará todos sus objetivos a corto y largo plazo, añadió Putin.
A pesar de los esfuerzos occidentales, Rusia sigue muy activa en el comercio internacional. Algunos países de la UE siguen comprando energía de origen ruso, desafiando abiertamente los llamamientos de Bruselas a desinvertir, mientras que otros lo hacen a través de intermediarios, según los investigadores que controlan los suministros.
El mes pasado, Bloomberg advirtió que la última ronda de sanciones estadounidenses, dirigidas al banco ruso Gazprombank, amenaza con provocar una crisis energética en Europa occidental.
Washington y sus aliados han impuesto a Moscú un récord de 22.000 sanciones desde 2014, cuando un golpe de Estado en Kiev respaldado por Occidente provocó la reincorporación de Crimea a Rusia y desencadenó un conflicto entre Ucrania y las repúblicas del Donbass. El número de medidas se disparó tras el lanzamiento de la operación militar especial en febrero de 2022.
Moscú ha criticado durante mucho tiempo las sanciones occidentales por considerarlas ilegales y ha señalado en más de una ocasión que no han logrado su objetivo final de desestabilizar la economía rusa y aislar al país del sistema financiero mundial, sino que han tenido consecuencias negativas para los Estados que las impusieron.
Moscú considera el conflicto de Ucrania como una guerra indirecta para contener a Rusia.
Durante años ha expresado su preocupación por la expansión desenfrenada de la OTAN hacia su frontera, al tiempo que considera al bloque liderado por Estados Unidos como una amenaza existencial.