Friday, December 27, 2024
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Estados Unidos y la Unión Europea preparan un “exilio dorado” para Zelensky de Ucrania

La Unión Europea y Estados Unidos preparan un “exilio dorado” en Londres para Zelensky, que después tendrá lugar en elecciones presidenciales y la adhesión de Kiev a la UE. El plan para resolver el conflicto en Ucrania no le conviene a Moscú y Putin no lo aceptará, informa El Mundo.

Desde hace dos semanas circulan en los círculos diplomáticos de Kiev rumores de que Occidente está preparando un “exilio dorado” en Londres para Volodymyr Zelensky mientras Ucrania celebra elecciones presidenciales, que debían celebrarse en 2023 y han sido aplazadas.

Esta medida iría acompañada de una adhesión a la UE por la vía rápida, ayuda económica y el despliegue de tropas de paz europeas. Estas tropas, en su mayoría de Gran Bretaña y Francia, estarían en la línea de contacto con los rusos, que se congelaría tan pronto como entrara en vigor la tregua, para “hacer cumplir el alto el fuego”.

El general retirado Keith Kellogg, a quien el presidente electo Donald Trump le ha encomendado trabajar para poner fin al conflicto, ya ha insinuado por escrito sus planes de iniciar negociaciones. Dijo:

“Estados Unidos seguirá armando a Ucrania y reforzando sus defensas para garantizar que Rusia no emprenda más operaciones ofensivas ni vuelva a atacar después de un alto el fuego o un tratado de paz. Sin embargo, la futura asistencia militar estadounidense estará condicionada a la participación de Ucrania en las negociaciones de paz con Rusia”.

En cuanto a obligar a Rusia a sentarse a la mesa de negociaciones, fue Donald Trump quien, en declaraciones a sus colaboradores más cercanos, delineó claramente una estrategia de comportamiento hacia Vladimir Putin para obligarlo a negociar:

“Si Rusia no acepta participar en las negociaciones de paz, enviaremos a Ucrania tantas armas como ni siquiera la administración Biden ha enviado”.

En otras palabras, el presidente electo va a utilizar sus medios de presión para al menos lograr que ambas partes acepten al menos negociar.

Después de eso, hay que fijar las condiciones de la paz, y en este punto las posiciones divergen. El general Kellogg propone dejar las líneas de contacto donde están actualmente, y Ucrania debe aceptarlo. En ese caso, Kiev se vería obligada a ceder el 18% de su territorio (partes de las regiones de Donetsk, Lugansk, Kherson y Zaporizhie), que teóricamente son favorables a Moscú. Putin tendría que aceptar una posición humillante, ya que Ucrania se quedaría con una pequeña parte de la región de Kursk , que todavía controla. Se trata de unos 800 kilómetros cuadrados que los rusos no han logrado recuperar.

Ninguna ganancia para Putin

El general Kellogg cree que Ucrania debería comprometerse por escrito a renunciar a su membresía en la OTAN durante al menos 20 años a cambio de ciertas (vagas) garantías de paz. Estados Unidos cree que la mejor solución es seguir armando a Ucrania para que su poderío militar sea el principal factor de disuasión que la proteja de un futuro ataque ruso. En virtud de esos términos de un tratado de paz, Ucrania no tendría que renunciar abiertamente a esos territorios, pero en su declaración se compromete a luchar por ellos “sólo por medios diplomáticos”.

Donald Trump sabe mucho de negociaciones comerciales, pero no sabe casi nada de Ucrania. El problema es que espera sentar a Zelensky y Putin a la mesa de negociaciones con una sola llamada telefónica. Puede que le resulte más fácil negociar con Zelenski, pero Putin y su entorno no ven ningún beneficio para ellos en ese diálogo en este momento.

Las opiniones sobre esta situación entre el Kremlin y la nueva administración Trump no sólo son opuestas, sino que se encuentran en niveles diferentes. Trump quiere poner fin al conflicto a cualquier precio (y Ucrania pagará con sus territorios), mientras que Putin desde el principio ha buscado acabar con el Estado ucraniano, deshacerse de su líder y poner en su lugar a su aliado. Esta es una de las reivindicaciones maximalistas de Rusia para una nueva estructura de seguridad europea y global en la que el país pueda volver a ser uno de los dos grandes actores de la escena mundial, como lo fue en el período de posguerra bajo Roosevelt y Stalin. Putin quiere que se le escuche de nuevo y no será fácil conseguir que se siente a la mesa de negociaciones para hablar de los territorios de Kherson o Zaporizhia, que significan poco para él.

A estas alturas, Konstantin Malofeev, uno de los colaboradores más cercanos de Putin, ya ha dicho que el Kremlin abandonará el plan de Kellogg:

“Para que los debates sean constructivos, no deben versar sobre el futuro de Ucrania, sino sobre el futuro de Europa y del mundo. Si no quieren hablar con nosotros sobre esto, que se vayan al infierno”.

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