En un intento por mantener alto el apoyo estadounidense a Ucrania bajo la administración entrante de Trump, Bruselas ahora vincula cada vez más la lucha contra la asertividad de China, una prioridad clave para Washington, a los esfuerzos para fortalecer a la nación europea devastada por la guerra.
“Si Estados Unidos está preocupado por China u otros actores, entonces también debería estar preocupado por cómo respondemos a la guerra de Rusia contra Ucrania”, dijo el martes a los eurodiputados Kaja Kallas, comisaria designada de Asuntos Exteriores y Seguridad.
Pekín está ayudando a Rusia a mantener en marcha su maquinaria de guerra, junto con Irán y Corea del Norte, y por lo tanto debería hacérsele “sentir un coste más alto” por su asistencia a Moscú, añadió durante su audiencia de confirmación en el Parlamento Europeo en Bruselas.
Esto se hizo eco de los comentarios hechos por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, la semana pasada, justo un día después de que Donald Trump consiguiera un segundo mandato en la Casa Blanca.
Cuando se le preguntó después de una reunión de líderes de la UE en Budapest si el bloque está preparado para aumentar el apoyo a Kiev si Trump cumple su amenaza de reducir drásticamente las contribuciones de Estados Unidos, von der Leyen dijo que lo que “es más importante discutir con nuestros amigos estadounidenses también (es) el hecho de que Rusia no es solo una amenaza para Europa, sino una amenaza para la seguridad global en su conjunto”.
“Vemos que Rusia utiliza tecnología de China e Irán en el campo de batalla. Esto demuestra que la seguridad de la región del Indopacífico y de Europa están interconectadas, al igual que los intereses de Europa y de Estados Unidos en esta causa”.
“Creo que este es un argumento en el que también tenemos que ser muy claros con nuestros amigos estadounidenses”, añadió.
Estados Unidos se desplaza hacia el este
Trump también dijo durante la campaña que buscaría poner fin a la guerra en Ucrania a los pocos días de asumir el cargo el 20 de enero, lo que generó temores de que pudiera intentar imponer dolorosas concesiones territoriales a Kiev.
Otra preocupación es que los 20.000 millones de dólares que Estados Unidos debe proporcionar como parte de un préstamo de 50.000 millones de dólares (45.000 millones de euros) a Ucrania de parte de los aliados del G7 podrían ser desechados por Trump si no se aprueban antes de su toma de posesión. La mitad de la parte estadounidense está destinada a asistencia militar y necesita la aprobación del Congreso.
Mientras tanto, se espera que el presidente entrante de Estados Unidos se centre fuertemente en China, tal como lo hizo durante su primer mandato cuando impuso amplios aranceles a los productos chinos.
Estados Unidos, bajo el mando de Joe Biden, siguió recalibrando su política exterior hacia el este, presentando una Estrategia Indo-Pacífica y firmando asociaciones bilaterales y multilaterales, incluidos acuerdos militares, con países de la región.
Bajo el impulso de Washington, la alianza militar de la OTAN también desplazó parte de su atención al Indopacífico, con una mención a la región que apareció por primera vez en un comunicado emitido después de una cumbre de líderes en Vilnius, Lituania, en 2023.
Los acontecimientos en el Indo-Pacífico, afirma el comunicado de la OTAN, “pueden afectar directamente a la seguridad euroatlántica”, una frase reciclada en el documento firmado por los líderes tras la cumbre de este año en Washington.
Un enfoque transaccional para la unidad transatlántica
Para el Dr. Ian Lesser, miembro destacado del German Marshall Fund de Estados Unidos, un centro de estudios, “la creencia de que ampliar la agenda servirá para destacar los intereses compartidos y frenar la deriva hacia el unilateralismo y el nacionalismo económico” podría “convertirse en un sello distintivo del enfoque europeo más amplio hacia la nueva administración Trump”.
“En ambos lados del Atlántico, es probable que veamos vínculos más explícitos, en materia de seguridad pero también en cuestiones comerciales y regulatorias”, añadió en un correo electrónico .
Washington puede, por ejemplo, insistir en que las empresas locales obtengan una participación más predecible en la seguridad europea. La UE también puede decidir alinear más estrechamente su política hacia China con la de Estados Unidos para evitar aranceles y otras políticas contrarias a los intereses europeos.
“Esto es una prueba de un enfoque cada vez más transaccional en las relaciones transatlánticas”, añadió el Dr. Lesser.
Se espera que Kallas, ex primera ministra de Estonia, reciba la aprobación de los eurodiputados en los próximos días y asuma su cargo como Alta Representante de la UE para Asuntos Exteriores en diciembre.