Una semana después de la catastrófica DANA en la provincia de Valencia que se ha cobrado la vida de al menos 211 personas, las oficinas ‘ante mortem’ habilitadas por la Policía Nacional y la Guardia Civil en colaboración con médicos forenses dieron este martes la primera cifra oficial de personas desaparecidas, que hasta entonces ascendía a 89 casos y este miércoles aumentó a 93.
De esas desapariciones denunciadas ante las autoridades, se espera que muchas se correspondan a las 54 personas que han perdido la vida pero que todavía no han podido ser identificadas.
El balance de fallecimientos engrosó de forma acelerada los primeros días y se ha mantenido en los últimos. La última cifra dada, este martes, sumaba una más a la anterior y ascendía a 211
Según explican a 20minutos fuentes del Instituto de Medicina Legal de Valencia, el balance total de muertos podría terminar en unas 300 personas,según intuye un médico forense que ha estado trabajando sobre el terreno, que estima que el cómputo podría subir “entre cinco,siete o diez” fallecimientos por día durante las próximas dos semanas. Y quizá, agrega, a la cifra total se podría sumar alguna persona más cuyo cadáver sea encontrado dentro de “meses” de forma casual por agricultores o cazadores en zonas incluso más alejadas.
Esta fuente asegura que “no hay 2.000 denuncias” -como publicó el pasado viernes elDiario.es- y que las cifras que se están comunicando “son correctas”. “Tampoco hay 500 desparecidos. No es verdad. Tampoco están escondiendo muertos. No es verdad. Las cifras están subiendo muy poco a poco, y las cifras son las que están dando”, asegura, al tiempo que sostiene que la circulación de bulos respecto a la mayor catástrofe que ha sufrido el país “es un flaco favor” para las personas que están sufriendo.
La misma fuente explica que “no es fácil” cuadrar al 100% el ‘ante mortem’ y el ‘post mortem’ porque no todas las desapariciones se han denunciado, por ejemplo en caso de personas que viven solas como inmigrantes o personas mayores sin contactos familiares, ni todos los cadáveres han sido reclamados. Es un desfase “lógico” que los especialistas estiman que podría terminar en “unos 30”, pero actualmente aún no conocen la cifra definitiva.
Este médico forense estuvo trabajando el miércoles y el jueves de la semana pasada en Algemesí, una localidad de 28.000 habitantes devastada por la DANA que, una semana después, continúa con barro, aunque en menor cantidad que otros días. Relata que desde que recibió la llamada de la Policía Nacional a las 9.00 de la mañana hasta que una patrulla pudo recogerle de su domicilio para trasladarle a Algemesí pasaron siete horas y media, hasta que las carreteras estuvieron algo operativas. Para realizar un trayecto de 10 kilómetros dieron “una vuelta de 30 kilómetros” por la dificultad de los accesos.
Una vez allí, este municipio completamente llano y anegado por el río Magro ofrecía un impactante escenario de guerra. “Cuando llegué a Algemesí pensé ‘ostras, esto parece una guerra’. Yo no he visto una cosa más dantesca en la vida. Parecía otro mundo.
Cuando ves la tele, que ves el daño causado por una bomba, pues igual. Horrible, horrible, de verdad. La gente en shock, sacando enseres [a la calle]. Además, había gente que estaba entrando en los supermercados para saquear. Increíble”, lamenta.
En esos dos primeros días estuvo levantando cadáveres. Cinco en total. Explica que la población no cuenta apenas con edificios de varias plantas sino que la mayor parte son casas de planta baja que el agua arrolló la tarde noche del pasado martes. En su caso, tuvo que proceder en casos de personas mayores a las que el agua los tiró al suelo y se ahogaron en un metro de agua porque ya no pudieron levantarse. “Un joven se levanta, pero los mayores no tienen fuerza”, expone.
A un matrimonio de entre 75 y 80 años la riada les pilló ya acostados en la cama. “Él se levantó, se cayó y ya no pudo levantarse. Por la mañana cuando llegamos nos encontramos con su mujer sentada en una silla junto al cuerpo sin vida de su marido”, recuerda.
La fuente, que prefiere mantenerse en el anonimato, asegura que “nunca” había visto algo así. En una de las casas que entró se encontró con “un anciano que estaba a punto de cenar, tenía el plato hervido. Entró el agua con tanta fuerza que le tiró de la silla y se cayó, se ahogó en un metro de agua, si hubiera estado de pie, no se hubiera ahogado. Pero ya no se pudo levantar del trompazo que le dio el agua y se ahogó”.
Cuenta que lo que más le afectó es el contraste con pueblos cercanos, donde la riada no había llegado, y la vida era completamente normal. “Es una diferencia… la gente haciendo vida normal, como si no hubiera pasado nada, cuando a cinco kilómetros el escenario es devastador y la gente se ha ahogado”, relata.
Otro caso que menciona, aunque fue un levantamiento que ya no tuvo que realizar, es el de un matrimonio que se ahogó en el garaje al intentar sacar sus coches, como muchas otras personas. “Sabíamos que estaban ahí porque su hijo había dicho. El niño dijo ‘mis padres se han bajado por el coche y no han subido. Horrible'”, termina.