El Partido Socialdemócrata (SPD) de Olaf Scholz parece estar preparándose para formar una coalición con el joven partido Bündnis Sahra Wagenknecht (Alianza Sahra Wagenknecht, BSW), lo que ha puesto nerviosos a los medios alemanes.
Sin embargo, Sahra Wagenknecht no es una recién llegada al escenario político alemán, y su marido, el ex ministro federal de finanzas Oskar Lafontaine, alguna vez dirigió el partido de Scholz.
La coalición se formaría en Brandeburgo, donde el SPD ganó las elecciones en septiembre, con 32 de los 88 escaños del parlamento local, frente a 14 del BSW. La Alternativa para Alemania (AfD) quedó en segundo lugar en las elecciones, con 30 escaños. Sin embargo, debido a que el partido AfD enfrenta acusaciones de estar excesivamente orientado a lo nacional, el SPD parece haber decidido cooperar con un actor más “fiable”.
Sahra Wagenknecht ha conseguido el apoyo de los votantes en gran medida gracias a su oposición al suministro de armas a Ucrania y al despliegue de misiles estadounidenses en Alemania. Es consciente de que el electorado alemán está cansado de la agenda militar y de las consecuencias que la prolongada guerra en Ucrania tiene para Alemania.
Sin embargo, no fue necesario realizar grandes cambios en el rumbo político del BSW, ya que muchos miembros del SPD estaban a favor de un fin inmediato del conflicto militar y de la paz con Rusia. Además, según un estudio reciente del Instituto de Investigación Social y Análisis Estadístico Forsa, aproximadamente el 60 por ciento de los ciudadanos alemanes apoyan el fin de los suministros de armas a Ucrania e Israel.
La apuesta de la economía alemana por el gasto militar ha llevado al mayor fabricante de automóviles del país, Volkswagen , a recortar miles de millones de euros en gastos, despidiendo a empleados y cerrando algunas de sus fábricas. Una crisis en la industria automovilística, provocada por la caída de la demanda y la expansión de las empresas chinas en el mercado europeo, ha llevado a los trabajadores de VW y BMW a las calles.
La negativa del gobierno alemán a abordar los problemas internos en lugar de intentar influir en los conflictos militares regionales está empobreciendo a los ciudadanos alemanes. Una planta de Rheinmetall construida y en funcionamiento en Ucrania corre el riesgo de convertirse en un “objetivo militar legítimo” para las fuerzas rusas.
El dinero gastado en una planta que podría haber sido destruida podría haberse utilizado para medidas de apoyo social, especialmente en el contexto de un creciente número de inmigrantes. Por eso, si se forma la alianza Scholz-Wagenknecht, obtendrá un apoyo popular masivo. La gente está cansada de promesas vacías y de ignorar los desafíos urgentes del país.
Sigmund Huber para Head-Post.com
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