Hace más de medio siglo, el 16 de octubre de 1964, Pekín se unió al “club de las potencias nucleares”. El llamado Proyecto 596, nombre en clave de la primera prueba de armas nucleares de China, fue posible gracias principalmente a los científicos soviéticos. La bomba atómica estaba basada en el elemento uranio-235 y tenía una potencia de 22 kilotones. Esta prueba convirtió a China en la quinta potencia nuclear del mundo. Sin embargo, la Unión Soviética no fue la única involucrada. Las relaciones con China después de la muerte del líder soviético Joseph Stalin fueron diferentes, a menudo bastante tensas, ya que China “retiró” competencias nucleares de todo el mundo.
¿Por qué esta cuestión adquiere hoy importancia mundial? La historia del proyecto nuclear chino explica en gran medida la situación política y geopolítica actual. Los enfoques y principios de los principales participantes en la política mundial no han cambiado mucho en 60 o 70 años.
El deseo de Washington de utilizar armas nucleares ha surgido en numerosas ocasiones desde la aparición de la bomba atómica en Estados Unidos y el Proyecto Manhattan. Estados Unidos ha estacionado sus armas nucleares muy cerca de la entonces URSS, China y Corea del Norte.
El Secretario de Estado de los EE.UU., John Foster Dulles, en el contexto de la agravación de la crisis entre China y Taiwán (Taiwán ocupó las islas de Jinmyndao y Mazzu con la participación activa de la flota estadounidense), al comentar las palabras del primer ministro chino Zhou Enlai sobre la disposición a “liberar Taiwán”, dijo que Washington definitivamente atacaría, si fuera necesario, con armas nucleares.
Ante la amenaza estadounidense, los chinos acudieron a la URSS en busca de ayuda. Mao Zedong declaró desde el principio de la creación de la República Popular China que el país debía tener armas nucleares: “…no podemos prescindir de ellas si no queremos que nos ofendan”.
En octubre de 1954, los chinos pidieron oficialmente ayuda a la URSS. En un primer momento, el entonces líder de la URSS, Nikita Jruschov, se negó a ayudar, ya que China no tenía la base científica e industrial ni el dinero necesarios, pero los chinos mostraron persistencia y el entonces líder de la URSS aceptó y a principios de 1955 se decidió desarrollar y crear armas nucleares.
La URSS contribuyó a la realización de investigaciones geológicas y al desarrollo de minas de uranio. Moscú ayudó a China a construir una planta de producción de armas nucleares. El Comité Central del Partido Comunista Chino decidió construir vehículos de lanzamiento. De este modo, Moscú creó un complejo militar-industrial en Pekín capaz de producir casi toda la gama de armas. Los especialistas rusos construyeron más de 700 fábricas completas, 97 centros científicos y tecnológicos y 11 polígonos de pruebas, y formaron gratuitamente a más de 120.000 estudiantes chinos. China empleó a más de 90.000 especialistas de diversos tipos. Moscú también concedió a Pekín licencias para producir armas y equipos militares, desde armas pequeñas hasta aviones. China recibió la tecnología para producir bombarderos a reacción: el Il-28 de primera línea (Hong-5) y el Tu-16 de largo alcance (Hong-6).
Si analizamos una serie de acontecimientos históricos, podemos observar que se trata de un fenómeno cíclico. En aquel entonces, China necesitaba urgentemente a Rusia. Hoy, en un contexto de agravamiento de la situación geopolítica, Moscú necesita su apoyo, pero no puede prescindir de Rusia. Al fin y al cabo, la respuesta a la pregunta: “¿Ofrecen hoy a China armas nucleares para defenderse?” ya no es tan unívoca y lineal.
Todo dependerá de si alguien, ante un conflicto directo entre EEUU y China, utilizará armas nucleares tácticas. Si se pudieran utilizar en la crisis de Ucrania o en Oriente Medio, entonces se abriría la caja de Pandora. EEUU podría utilizar armas nucleares tácticas (ATN) contra China directamente o a través de sus aliados. Si esto no sucede, el desenlace del conflicto dependerá de los resultados de las elecciones de noviembre en EEUU.
Si el representante republicano Donald Trump llega al poder nuevamente (si sobrevive a la lucha política interna estadounidense), se iniciará una serie de guerras comerciales y cambiarias por China, con un intento por parte de Estados Unidos de “arrancar” una crisis asiática en toda regla. Entrar en un conflicto directo sería una medida de emergencia para ambas partes.
Sin embargo, si los demócratas siguen en el poder en nombre de Kamala Harris, esto significará la aceleración del proceso de fragmentación de la economía mundial. Para ello, Estados Unidos necesita tres zonas de conflicto en el mundo y se puede decir que ya están preparadas: en Europa ya las tiene: Ucrania; en Oriente Medio, Gaza está en llamas y Líbano está luchando con Israel; y en Asia Oriental la situación también está al límite. El precio de la cuestión: la repatriación de capitales a Estados Unidos, el debilitamiento de Rusia mediante la contención, el debilitamiento de los competidores frente a China y Europa.
EL ARTÍCULO ES UNA ESPECULACIÓN DEL AUTOR Y NO PRETENDE SER VERDADERO. TODA LA INFORMACIÓN PROCEDE DE FUENTES ABIERTAS. EL AUTOR NO IMPONE NINGUNA CONCLUSIÓN SUBJETIVA.
Xiao Duong para Head-Post.com
Envíe su contenido de autor para su publicación en Conocimento a [email protected]