A finales de agosto, una de las cerdas de Giovanni Airoli dio positivo en la prueba de peste porcina africana. En una semana, las 6.200 cerdas, lechones y cerdos de engorde de su granja al sur de Milán fueron sacrificados siguiendo estrictos protocolos para detener la enfermedad que amenazaba a la industria italiana del prosciutto, los embutidos curados y la carne de cerdo, valorada en 20.000 millones de euros.
Desde que la peste porcina apareció en la península en enero de 2022, Italia ha matado casi 120.000 cerdos, tres cuartas partes de ellos solo en los últimos dos meses, mientras la emergencia se intensificaba.
“Es una desolación”, dijo Airoli afuera de su granja en la región norteña de Lombardía, que es el epicentro de la epidemia de peste porcina en Italia. Nadie puede entrar ni salir, excepto los empleados, y luego están sujetos a estrictos protocolos de higiene que requieren usar monos y botas limpias solo dentro de las instalaciones.
“Nos pasó a pesar de haber aplicado todas las medidas de seguridad necesarias. Obviamente hubo un fallo. No entendemos qué pudo haber sido”, dijo Airoli.
La enfermedad se disparó con 24 brotes a principios de septiembre, la mayoría de ellos en Lombardía. La zona de mayor preocupación, donde se ha confirmado la presencia de la enfermedad en cerdos domésticos, se extiende por 4.500 kilómetros cuadrados (casi 1.740 millas cuadradas) e incluye las vecinas Piamonte y Emilia Romagna, una región conocida mundialmente por su preciado jamón de Parma.
La enfermedad, que casi siempre es mortal para los cerdos, afectó primero a los jabalíes y rápidamente se propagó a los cerdos domésticos, que suman 10 millones en Italia. No afecta a los humanos.
Coldiretti, el poderoso grupo de presión agrícola italiano, estima que los daños sufridos por la industria hasta el momento ascienden a 500 millones de euros (554 millones de dólares), en parte debido a las prohibiciones de importación, y advierte que algunos agricultores corren el riesgo de perder sus medios de vida.
En cambio, Filippini ha impuesto nuevas restricciones al acceso a las granjas y al traslado de animales, y ha ampliado las zonas de contención, medidas que parecen estar dando resultados. En Lombardía, durante la última semana completa de septiembre se registró un solo brote nuevo.
“Es una señal positiva, pero todavía no es una victoria”, afirma Giovanni Loris Alborali, director del instituto de sanidad animal de Lombardía y Emilia Romagna. “Debemos mantener un alto nivel de higiene y esto ayudará a la salud de los animales, con mejores tasas de crecimiento para los ganaderos y menos antibióticos para los consumidores en el futuro”.
En cuanto se confirmó la peste porcina en Italia, 12 países, entre ellos China, Taiwán y México, prohibieron de inmediato la importación de delicias de cerdo italianas, como el prosciutto crudo, independientemente de que se produjeran en una zona donde se había detectado o no la peste porcina. Japón, Corea del Sur y otros cuatro países limitaron las importaciones.
Esto provocó una pérdida inmediata de 20 millones de euros (22 millones de dólares) al mes en exportaciones para un sector que registró 2.100 millones de euros (2.300 millones de dólares) en ventas el año pasado, según la asociación de industrias cárnicas italianas Assica
Mercados como Estados Unidos y Canadá no detuvieron sus importaciones de productos porcinos, siempre que procedieran de zonas no afectadas por la peste porcina.
Airoli, que produce jamón para San Daniele y prosciutto de Parma, como muchos otros ganaderos, no espera reiniciar su negocio de cría de unos 13.000 cerdos al año hasta que se controle la peste porcina. Y no hay ninguna indicación de cuándo podría suceder eso.
Esto está teniendo un impacto en la producción de prosciutto de Italia.
“La escasa disponibilidad de muslos de cerdo frescos está generando fuertes limitaciones de producción”, afirma en un comunicado el Consorcio del Jamón de Parma, que produce jamón con el certificado de origen diseñado para proteger alimentos de alta calidad elaborados según métodos tradicionales. Añade que un aumento de los precios de las materias primas debido a la emergencia también es “insostenible”.
Los ganaderos que aún se encuentran fuera de las zonas de preocupación están tomando medidas adicionales para evitar que la enfermedad los alcance. Una vez detectada, todos los cerdos de la granja, incluso los sanos, deben ser sacrificados.
“Hacemos otra esterilización detallada de todas las ruedas y cualquier parte del camión que pueda traer contaminación”, dijo Visini, quien abrió la granja en 2017 con el objetivo de criar cerdos con menos estrés y más espacio. Espera que más granjeros adopten sus métodos.
“Este brote también puede convertirse en una oportunidad para mejorar la salud y el bienestar animal”, añadió.