¿Seguro que el poder desgasta a quien no lo tiene? Sánchez, Scholz o Macron viven sus horas más bajas

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OK diario

El italiano Giulio Andreotti dijo una vez que “el poder desgasta a quien no lo tiene”, pero puede que estuviera equivocado.

La realidad para varios líderes de Estados miembros de la Unión Europea es bien diferente, y resulta paradójico que quien parezca atravesar su mejor momento sea Giorgia Meloni. No pasa lo mismo con Pedro Sánchez, Emmanuel Macron, Olaf Scholz o incluso Viktor Orbán; todos ellos atraviesan su peor momento político, aunque en el caso del húngaro el desgaste parezca mínimo de puertas hacia fuera. Hay varios elementos que empujan al español, al francés y al alemán hacia una situación de complicaciones e inestabilidad. ¿Por qué?

Cuando Europa y el mundo viven momentos realmente complicados, de los principales líderes europeos solo Meloni parece inmune a las críticas y a las crisis políticas. La líder italiana ha alcanzado en los últimos meses una aprobación de un 41% entre los ciudadanos, y ha conseguido dotar de cierta estabilidad a un país poco acostumbrado a ella.

Además, ha recibido numerosos elogios por ejemplo por su política migratoria, uno de sus grandes caballos de batalla de Fratelli; sus ‘centros’ para migrantes pactados con Albania o el cierre de los puertos han recibido buenas palabras por parte de Alberto Núñez Feijóo, Keir Starmer o incluso Ursula von der Leyen.

No ha cambiado sus planes, pero sobre Meloni hay una clara aceptación aunque se haya quedado fuera del reparto de altos cargos de la UE. En este sentido, Jaime Bordel, politólogo y coautor de Salvini y Meloni. Hijos de la misma rabia, resume en redes sociales que el de Meloni tras dos años en el Gobierno “no es un balance no tan transformador como quisiera pero con logros importantes: normalizar la derecha radical en Europa, dar estabilidad y avanzar en la conservadurización del país”.

Pedro Sánchez cree estar surfeando la ola, pero está pasando por su peor época como presidente del Gobierno español. No está pudiendo gobernar: su mayoría parlamentaria, dependiente sobre todo de los votos de Junts, deja los procesos legislativos en un limbo difícil de gestionar, con temas acuciantes como la vivienda o los Presupuestos. De hecho, el Ejecutivo ha pospuesto la votación de la senda de déficit y estabilidad porque no ha encontrado todavía los votos. No aprobará las cuentas públicas en tiempo, y ya se verá si en forma. Sánchez, frente a eso, mantiene buena imagen a nivel UE pero ha dejado pasar el tren de optar a un cargo de primera línea a escala comunitaria. Su aprobación, según el CIS, asciende a un 48%, aunque otros estudios la dejan en torno a un 37%.

No están mucho mejor las cosas para Emmanuel Macron, con Francia sumida a partes iguales entre el bloqueo y la incertidumbre. Solo le aprueban un 27% de los franceses, y no es una sorpresa: tras las elecciones legislativas no ha encargado la formación de Gobierno al Nuevo Frente Popular, ganador de los comicios, sino a Michel Barnier, un conservador al que le está costando horrores aglutinar los apoyos necesarios y que, de primeras, tendrá a la Asamblea Nacional en contra. La sensación es que Macron está dejando el tiempo pasar, pues no se puede presentar a las presidenciales en 2017. En las legislativas los suyos salvaron los muebles frente a Marine Le Pen después del declive en las elecciones europeas. Tampoco está claro quién será su relevo en ese espacio ideológico cada vez más desgastado, como su líder.

Alemania está en horas bajas y todos los reproches se posan en el canciller Olaf Scholz. Ningún cabeza de cartel europeo va peor que él, y no parece que la tendencia vaya a cambiar: su tasa de aprobación es de solo un 18% y el Gobierno semáforo que lidera ni aprueba cuentas, ni saca medidas, ni gusta a la ciudadanía. Al mismo tiempo, se está escorando hacia posiciones más duras por ejemplo en materia migratoria, con un mayor control de fronteras, por poner un ejemplo reciente. Las elecciones federales están previstas para 2025, pero no se descarta un adelanto.

Scholz nunca ha ido sobrado de carisma, y para muchos expertos “se ha escondido” mientras se da un importante auge de la derecha radical, tal como marcan los resultados de la AfD en las tres últimas elecciones regionales en Sajonia, Turingia y Brandemburgo, aunque en este último lander el SPD ganó por poco y salvó los muebles. No es suficiente.

Viktor Orbán parece ajeno a toda esta crisis, pero nada más lejos de la realidad. Su nivel de popularidad ha ido bajando en el último año y medio hasta rondar el 30%, aunque tiene la suerte de que esa aprobación no es mayor en el caso de la oposición.

Tampoco los resultados electorales le sonríen al líder magiar, aunque siga ganando comicios. Por ejemplo, en las elecciones europeas del pasado 9 de junio recibió el 44% de los votos, una pérdida notable respecto al resultado de las elecciones generales de 2022 en las que obtuvo el 52%. Además, ha acabado marginado casi del todo en la UE, teniendo que fundar un nuevo grupo en el Parlamento Europeo -Patriotas por Europa, donde también está Vox- y quedándose fuera de las negociaciones para los top jobs.

Otros líderes como el polaco Donald Tusk o el portugués Luis Montenegro están fuera del foco, aunque sí gozan de buena ‘salud’ entre la población. Tusk tiene una aprobación de un 39% y el luso sube hasta el 54%, con el mejor dato de los líderes de un país de la UE.

Ahora,todavía están arrancando su labor legislativa y Montenegro está gobernando en minoría: por ejemplo, para aprobar los Presupuestos necesitará o bien el apoyo de la derecha radical de Chega o la abstención del Partido Socialista, que ya se la dio para que pudiera echar a andar la legislatura. En ese escenario, tanto Polonia como Portugal han obtenido dos buenos porfolios en la nueva Comisión Europea, con Presupuestos y Servicios Financieros respectivamente.

Esta es una foto casi completa del momento que pasan los Estados miembros… y que puede tener un efecto contagio sobre Bruselas. La nueva Comisión Europea aspira a trabajar de la mano de los 27, pero para ello necesita estabilidad, especialmente en los casos de Francia y Alemania.

Pero las aguas están lejos de calmarse. Ahora bravas, siempre guiada por las mareas. A Sánchez, Scholz y Macron les toca navegar con mal tiempo y tratar de capear el temporal que no se sabe muy bien cuánto puede durar.

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