“No necesitamos otra guerra, en este caso una guerra comercial. Necesitamos construir puentes entre la UE y China”, dijo Pedro Sánchez en Shanghái.
El presidente español, Pedro Sánchez, ha pedido abiertamente a la Comisión Europea y a los otros 26 estados miembros de la Unión Europea que “reconsideren” los aranceles de importación propuestos para los vehículos eléctricos fabricados en China, exponiendo las grietas políticas antes de una votación decisiva que podría convertir los aranceles en una medida fija durante al menos cinco años.
Los aranceles están diseñados para compensar los subsidios que las autoridades de Pekín inyectan al lucrativo sector, lo que genera costos artificialmente bajos. Tras una investigación que duró meses , la Comisión descubrió que el dinero público se reparte entre toda la cadena de suministro, lo que pone a los competidores europeos en riesgo de sufrir pérdidas económicas insostenibles.
Como resultado, Bruselas propuso aranceles adicionales, que oscilarían entre el 7,8% y el 35,3%, según la marca y su nivel de cooperación con la investigación, que se sumarían al tipo actual del 10%. La idea es que este aumento garantizaría una competencia más justa en el mercado y cerraría la brecha de precios entre los fabricantes de la UE y los chinos.
Pero para Sánchez, este podría no ser el mejor enfoque, particularmente si desencadena medidas de represalia contra los productos porcinos , un sector muy valioso y delicado para España.
“Necesitamos reconsiderar todos nosotros, no sólo los Estados miembros sino también la Comisión, nuestra posición ante este movimiento”, dijo el presidente del Gobierno español en Shanghai, la última parada de su visita oficial de cuatro días a China.
“Como dije antes, no necesitamos otra guerra, en este caso una guerra comercial. Necesitamos construir puentes entre la Unión Europea y China”, añadió.
“Y desde España lo que vamos a hacer es ser constructivos e intentar encontrar una solución, un compromiso, entre China y la Comisión Europea. Si me preguntan, les responderé que estamos reconsiderando nuestra posición”.
La declaración supone un cambio de actitud significativo para España, que suele apoyar la línea de actuación de la Comisión. Según se informa, el país votó a favor del arancel durante una consulta no vinculante en julio y se espera que mantenga esa posición positiva en la próxima votación, que tendrá lugar en algún momento antes de noviembre.
La votación se perfila como una prueba de fuego de la voluntad de la UE de hacer frente a las prácticas comerciales desleales de China, un punto de fricción de larga data. Francia e Italia son vistos como defensores de los aranceles adicionales, mientras que Hungría lidera la oposición. Alemania está bajo intensa presión de la industria local para descarrilar la medida, pero la coalición gobernante no ha tomado una decisión. Se necesitará una mayoría cualificada para detener los aranceles.
Se ha acusado a China de aplicar una estrategia de “dividir y vencer” para dividir a los Estados miembros, enfrentarlos entre sí y frustrar decisiones colectivas que serían perjudiciales para los intereses de Pekín.
Alcanzar el liderazgo mundial en el sector de los vehículos eléctricos se considera una prioridad máxima para el Partido Comunista, un objetivo político que, según Bruselas, alimenta las generosas inyecciones financieras a la industria manufacturera nacional.
La Comisión Europea no respondió inmediatamente a una solicitud de comentarios.
Las palabras de Sánchez coincidieron con una reunión entre la Comisión y funcionarios chinos en Bruselas para tratar la investigación antisubvenciones y los aranceles propuestos.
Cerdo atrapado en el fuego cruzado
En rueda de prensa, Sánchez afirmó que España y China tienen más puntos de acuerdo que de desacuerdo y subrayó la necesidad de mantener el diálogo al “máximo nivel”. A continuación, reconoció que hay que “reequilibrar” las relaciones bilaterales por el déficit comercial entre la UE y China, una preocupación compartida por otros países.
“No queremos una guerra comercial que no beneficie a nadie”, dijo Sánchez a los periodistas.
El primer ministro insistió varias veces en su deseo de desempeñar un “papel constructivo” entre Bruselas y Pekín y en su esperanza de que finalmente se alcance un “compromiso”, aunque no precisó en qué forma debería adoptar esta solución.
Cuando se le preguntó sobre la posibilidad de represalias contra el sector porcino, Sánchez dijo que no se deben vincular las dos cuestiones. El Ministerio de Comercio de China inició en junio una “investigación antidumping” sobre las importaciones de “carne de cerdo y subproductos porcinos relevantes” de la UE, apenas unos días después de que la Comisión revelara su primera propuesta de aranceles.
La medida del Ministerio podría abrir el camino a restricciones comerciales. España, Países Bajos, Dinamarca, Alemania y Bélgica son considerados los países más vulnerables a estas represalias.
Las exportaciones europeas de brandy también están bajo la lupa de Pekín, con aranceles provisionales suspendidos en previsión de la votación final de la UE sobre los vehículos eléctricos.
“Hemos expresado nuestra sorpresa de que estas negociaciones comerciales se hayan enredado con potenciales sanciones a un sector que nada tiene que ver con el automovilístico”, dijo Sánchez sobre su encuentro con el presidente Xi Jinping.
Creo que la población china y el Gobierno chino son muy conscientes del valor del sector porcino”, añadió. “El sector porcino puede tener la garantía de que el Gobierno español defenderá, por supuesto, sus intereses”.
La visita de Sánchez marcó la firma de un acuerdo con Envision Group, una multinacional china, para construir una planta de 1.000 millones de dólares en España para fabricar electrolizadores, la maquinaria utilizada para separar el hidrógeno del agua y producir hidrógeno verde.