Estos microorganismos han conseguido sobrevivir y alcanzar una proliferación significativa.
Un comunicado de la NASA y un estudio publicado por la revista Microbiome apunta que después de años estudiando la bacteria ‘Enterobacter bugandensis’ encontraron que 13 cepas habían mutado. “Se volvieron genética y funcionalmente distintas en comparación con sus contrapartes de la Tierra”, señala la NASA. Los científicos concluyeron que bajo el estrés ambiental de la Estación Espacial Internacional (EEI), estas bacterias “aisladas de varios lugares dentro de la EEI” consiguieron sobrevivir, y alcanzar una proliferación significativa.
Y aún más preocupante para ellos es que la E. bugandensis en su coexistencia con otros microorganismos, favoreció también la supervivencia mutua, y eso podría ser una amenaza para la salud de los astronautas. Además, avisan que esta bacteria podría reponerse con la llegada de toda una nueva tripulación.
Un espacio único bajo observación
El comunicado de la agencia estadounidense establecía que “los entornos cerrados construidos por el hombre, como la EEI, son áreas únicas que proporcionan un ambiente extremo sometido a microgravedad, radiación y elevados niveles de dióxido de carbono… Cualquier microorganismo introducido en estas zonas debe adaptarse para prosperar”.
Asimismo, el estudio establece que la EEI es un testimonio de los logros humanos en la exploración espacial. “A pesar de su entorno altamente controlado, …los microorganismos ocupan un nicho único. Estos habitantes microbianos desempeñan un papel importante a la hora de influir en la salud y el bienestar de los astronautas a bordo. Un microorganismo de particular interés en nuestro estudio es Enterobacter bugandensis , que se encuentra principalmente en muestras clínicas, incluido el tracto gastrointestinal humano, y que también posee rasgos patógenos, que conducen a una gran cantidad de infecciones”, afirman.
Detallan que las Enterobacter actúan como patógenos humanos oportunistas, causando infecciones en el tracto respiratorio inferior, sepsis e infección del tracto urinario. Y, con el tiempo, se ha demostrado que los aislados de Enterobacter manifiestan mecanismos de resistencia a múltiples fármacos.
Una hipótesis central de los investigadores es que la naturaleza singular de las tensiones del entorno espacial, distinta de cualquier otra en la Tierra, podría estar impulsando estos cambios genómicas.
Para analizarlo mas de cerca estuvieron observando la capacidad de supervivencia de la E. bugandensis en la ISS a lo largo del tiempo. Con un mapeo evolutivo que les proporcionó información relevante sobre los patrones colonización que puede manifestar en el espacio.
Para conseguir estos resultados los científicos usaron técnicas analíticas avanzadas como la modelización metabólica. Y la investigación a lo largo de diversas misiones y ubicaciones dentro de la EEI les ha permitido descubrir las complejas interacciones entre las comunidades microbianas que conviven con E. bugandensis.
Revelando en el proceso detalles únicos sobre la dinámica del ecosistema microbiano. Al tiempo que subrayan la necesidad de tomar medidas que garanticen la reducción de los riesgos asociados con posibles amenazas en entornos aislados. De modo que esta investigación abre las puertas a desarrollar medidas preventivas para la salud de los astronautas.